El viernes 6 de mayo, a las siete de la tarde, presentamos en nuestro local (Acera del triunfo, 27) el documental «Cisquet y su hermano», con sus autoras, además de contar con una charla posterior sobre la figura de los maquis.
En estos momentos nos sumamos a la rabia y la tristeza por la muerte de Manuel, último vecino de la Casa del Aire, y os compartimos las palabras que sus compañeras y amigos más cercanos le dedican.
Creemos también que hoy toma especial relevancia el documental Desahucios y salud donde se denuncia el empeoramiento del estado de salud de las personas que sufren un proceso de desahucio (y que forma parte de un estudio reciente realizado por la Escuela Andaluza de Salud Pública a iniciativa del grupo Stop Desahucios Granada-15M).
Manuel, descansa en paz, que nosotras seguiremos en guerra…
EL MEJOR HOMENAJE, CONTINUAR LA LUCHA
Manuel es la última víctima de aquello contra lo que ha estado luchando la última década junto a sus vecinas, amigos y compañeras; la especulación y el acoso inmobiliario por parte de la empresa propietaria, la dejadez de la administración pública, derivada de la connivencia con el sector empresarial y los procedimientos burocratizados hasta la extenuación, que permiten que estas injusticias sociales sucedan. Manuel llevaba viviendo en la Casa del Aire 33 años. Allí vio nacer y crecer a sus hijos, allí se casó y cuando se separó, allí se quedó. Para Manuel la Casa del Aire era su epicentro, su refugio, no sólo físico sino también emocional y vivencial. Es por ello que Manuel, junto a sus vecinos y compañeras decidió hacer todo lo posible para que siguiera viva, en pie, a pesar del empeño de la propiedad en echarles y en derribar el edificio. Y a esto se ha dedicado los últimos doce años de su existencia. Solía decir “a mí me sacarán con los pies por delante” al referirse a la Casa del Aire. Y finalmente, lo han conseguido.
El próximo miércoles 18 de mayo, a las 19h, te invitamos a la presentación del libro Defender a quien defiende, que se enmarca dentro de las Jornadas «Feminismos Sin Mordazas, pensando la represión desde los feminismos», organizadas por Defender A Quien Defiende yStop Represión Granada, para pensar sobre cómo afectan los mecanismos de criminalización a los movimientos feministas, y generar colectivamente herramientas de protección.
«Ante la criminalización de la protesta que se está imponiendo en el Estado español, se puede afirmar, sin miedo a equivocarse, que nos encontramos ante un nuevo reto que viene a desafiar los logros conseguidos, fruto de grandes luchas sociales, en materia de derechos humanos y libertades fundamentales. Primero fueron los recortes en derechos económicos, sociales y culturales y luego, para acallar a los que se negaron y se niegan a conformarse, se impulsaron medidas represoras para desarticular el derecho a protestar.
En este período de graves recortes en derechos y libertades una de las soluciones y reacciones que se han impulsado desde instancias gubernamentales ha consistido en intentar silenciar a la sociedad y amordazar a las voces críticas, utilizando un entramado jurídico, para disuadir a la ciudadanía de participar en los actos de protesta.
Nos enfrentamos a un conjunto de medidas, con finalidad claramente preventiva, que pretenden, en muchos aspectos, configurar un derecho administrativo sancionador del enemigo, en el que la Administración es juez y parte y el ciudadano que protesta es el enemigo. Todo esto enmarcado en un maniqueo discurso de defensa del orden público, en el que predomina la seguridad nacional y la seguridad del Estado sobre la seguridad de los ciudadanos»
Este «nuevo constitucionalismo global», caracterizado por la precarización de la vida y la represión de las libertades políticas, tiene una clara dimensión de género.Para el mantenimiento del orden de acumulación neoliberal, se necesitan modelos de género específicos. Por un lado, la sociedad se militariza volviendo a imágenes de masculinidades hegemónicas. Por otro lado, se ponen en marcha toda una batería de discursos -públicos, políticos, legales, judiciales- que pretenden la vuelta de las mujeres al hogar. El concepto de «seguridad» es utilizado para controlar a la población en la calle mientras que el concepto de «familia» se usa para controlar a las mujeres en lo privado.
«Si como dice Aradau, la «securitización creada en torno al concepto de ciudadanía somete a los miembros de la comunidad política» y especialmente a los excluidos desde el principio, será conveniente tratar de comprender la violencia diferencial que los actuales procesos securitarios producen sobre los cuerpos de las mujeres/cuerpos feminizados que han habitado, desde su fundación, en los límites de la comunidad política moderna. «