Artículo para Mundo muerto / TUPA (2006)

ALGUNAS COSILLAS SOBRE LA BIBLIOTECA SOCIAL HERMANOS QUERO

 

La biblioteca social “Hermanos Quero” abrió sus puertas en Granada en abril del 2003, después de un proceso que había durado casi dos años. Empezó con el reagrupamiento informal de unos pocos compañeros que habíamos participado en luchas y organizaciones diferentes, continuó con un debate cada vez más profundo y sistemático sobre el penoso estado del “antagonismo político” en Granada y los medios que podían contribuir a reanimarlo, y terminó con unas siete personas matándose a currar durante meses para acondicionar un local que pudiera servir de “biblioteca social”.

En efecto, ésta era la fórmula que nos inventamos como nueva herramienta de intervención. Para explicarla, tenemos que hablar un poco de la situación del “movimiento” en Granada por aquellas fechas, y las conclusiones a las que nos llevó. Cuando empezamos nuestros debates, el entorno antagonista que había existido durante los años anteriores, y en el cual muchos de nosotros habíamos participado intensamente, se había desfondado por completo. Hubo una especie de ruptura brusca, un repliegue general en el cual todo el mundo se dispersó y quedó como paralizado, desapareciendo las pocas iniciativas existentes (como el Centro Social Okupado 190) sin que surgieran otras nuevas. Interrogándonos sobre las razones de esta bajón, las encontramos en las limitaciones estructurales de aquel entorno del cual habíamos formado parte. Terminamos por desarrollar una durísima crítica del “movimiento” tal como se había entendido en Granada hasta entonces. Como es lógico, era también una autocrítica porque nosotros habíamos contribuido no poco a eso que se ha llamado “ghetto”. Los interesados pueden remitirse al panfleto “Ad nauseam”, cuyas conclusiones influyeron mucho en la configuración posterior de la biblioteca social “Hermanos Quero”.

Así pues, nos juntamos en medio de un panorama totalmente desértico. Esto era malo porque estábamos más solos que la una, pero tenía de positivo que, al no haber continuidad con la fase anterior, se podía intentar refundar la práctica antagonista sobre bases nuevas. Pero ¿cuáles serían estas bases? En primer lugar decidimos que faltaba algo tan básico como un local. Pero este local no podía funcionar de cualquier manera, reproduciendo todas las dinámicas viciadas que en la etapa anterior se habían “quemado” definitivamente. De entrada, la fiesta y los conciertos quedaron tajantemente descartados de nuestro proyecto. En segundo lugar, queríamos un espacio de estética más bien neutra, sin la abrumadora carga autorreferencial de muchos centros sociales. Renunciamos también a que el local ostentara ninguna etiqueta ideológica, para que pudiera convertirse en espacio de encuentro y debate entre gentes diferentes. Y esto nos lleva al gran problema que queríamos resolver. En el fondo de la impotencia del “ghetto” habíamos visto una ausencia total de ideas, reflexión, bagaje teórico, debate real que fuera más allá de los clichés ideológicos de rigor. Consideramos que este fondo, que no existía porque absolutamente nadie lo había promovido, era imprescindible para el avance de cualquier movimiento futuro.

Esto fue lo que por fin dio carta de naturaleza a la “biblioteca social”. Con el tiempo, nos ha alegrado ver cómo surgían en diversos lugares otras bibliotecas antagonistas. Para nosotros, se trataba de poner las herramientas y los medios para que la formación pasara a formar parte de la práctica militante, tanto como la actividad “callejera”. Aparte de la realización de diversos actos y charlas, esas herramientas eran libros, y los medios eran un fondo de biblioteca que hoy roza los dos mil volúmenes, y una distribuidora que se ciñe exclusivamente al material escrito y que funciona bastante bien. Ello fue posible en gran  medida gracias al “boom” editorial alternativo que afortunadamente se ha producido en los últimos años, y que tanto ha contribuido a generar nuevos debates, y desatascar otros que parecían llevar siglos estancados. Estas ediciones nos distinguen como biblioteca “especializada”, ya que son imposibles de encontrar en las demás, y se mezclan en nuestras estanterías con otras cosas que juzgamos de interés sobre teoría crítica, historia de los movimientos sociales, etcétera. Muchos compañeros, o simplemente personas interesadas, hacen uso de este fondo que se gestiona de la forma que explicaremos más adelante. En cuanto al nombre de “Hermanos Quero”, se puso en homenaje a unos irreductibles maquis antifranquistas del Albaicín (el barrio donde se enclava el local).

Otra línea de trabajo ha sido la edición de libros que nos parecían interesantes y necesarios. Junto con Klinamen coeditamos “Crónicas de la España salvaje”, que rescata los análisis del grupo “Los incontrolados” sobre la guerra social en/contra el estado español durante los años de la Transacción democrática. Con Muturreko Burutazioak sacamos “Vivir en el alambre”, recopilación de escritos de nuestro desaparecido compañero Pepe García Rey (alias Ramón Germinal), al cual quisimos homenajear así tras su fallecimiento. Estamos próximos a editar en solitario “Bárbaros. La insurgencia desordenada”, de Crisso y Odoteo. Se trata de una clarificadora crítica de los delirios teóricos del profesor Toni Negri, tan de moda últimamente.

Los objetivos de la biblioteca social eran por tanto levantar una mínima infraestructura para reuniones, actos y demás; contribuir a la formación política de la gente rebelde; constituirse como espacio para el encuentro, del cual pudieran surgir iniciativas de lucha; y que todo esto contribuya a largo plazo a la reconstrucción del proyecto revolucionario. En cuanto a los contenidos, el “espíritu” de la biblioteca, nunca ha llegado a estar claramente definido, pero a lo largo de su recorrido no ha sido ajena a cosas como las luchas de los presos, la influencia de las ideas situacionistas, el anarquismo insurreccionalista o la crítica de la tecnología y el desarrollismo. La base común es en cualquier caso anticapitalista y antijerárquica, que junto con un deseo de renovación de las ideas y las prácticas, supone un mínimo desde el cual empezar a trabajar juntos.

La relación de la biblioteca con el resto del reducido entorno antagonista local ha sido a menudo problemática. En los primeros tiempos, nuestra voluntad de partir de cero y hacer tabla rasa con una serie de prácticas y discursos que considerábamos agotados, nos llevó a incurrir en un arrogante auto-aislamiento. Otras veces hacíamos críticas que no eran bien entendidas, entre otras cosas porque las solíamos formular de modo muy agresivo, y esto reforzaba una cierta imagen de “chungos” que hemos arrastrado. A ello hay que sumar que viejas estructuras parecen habernos visto como una amenaza que puede impugnar su desgastado discurso, o “robarles” una base juvenil a la que han intentado mantener alejada de nosotros por todos los medios. Otros se han dado a  calumniarnos por la cara, aunque siempre los acabamos pillando. Así que unas veces por culpa de la mala hostia ajena, y otras por la nuestra propia, hemos pasado por algunos momentos de soledad  bastante difíciles, en los que sólo hemos tenido el apoyo de una poquísima gente cercana sin cuyo apoyo no seguiríamos aquí ¡gracias! También es cierto que un proyecto como éste, algo raro y difícil de encasillar, tiene que pagar forzosamente un precio de incomprensión, por lo menos al principio. Hoy, empezamos a superar esta situación de aislamiento, gracias a la llegada de nuevos compañeros y a que nosotros mismos hemos comenzado a implicarnos a título individual en otras luchas y proyectos, con los que la biblioteca está de algún modo hermanada.

En cuanto al funcionamiento concreto de la biblioteca, se abre al público con un horario fijo cinco días a la semana. Para llevarse libros en préstamo es preciso asociarse mediante una cuota de 12 euros (o 30 euros si es la “cuota de apoyo”) que es válida durante seis meses, pasados los cuales se renueva si el lector así lo desea. Cabe decir que nos fiamos de la gente, sea conocida o no, y no pedimos ninguna clase de documento a la hora de asociarse. Hemos comprobado que cuando demuestras seriedad, la gente te devuelve seriedad, y prácticamente no hemos tenido problemas por robo de libros o su no devolución. El dinero de las cuotas se destina básicamente a pagar el alquiler del local (nota: descartamos la okupación porque nos habíamos fijado unas tareas a largo plazo que exigían un mínimo de estabilidad y tranquilidad). Tampoco es raro que acabemos poniendo algo de nuestro bolsillo, pues lógicamente nos negamos por principio a pedir subvenciones (¡y hay quien piensa que vivimos de esto!).  Las mil movidillas del funcionamiento cotidiano se resuelven por medio de una asamblea mensual, que no es pública ya que somos un grupo semicerrado (o cerril del todo). El local tiene apenas cuarenta metros cuadrados y se nos está empezando a quedar pequeño, por lo que hemos empezado a pensar en una próxima mudanza.

Es muy probable que esta mudanza implique también cambios en el planteamiento del proyecto, ya que después de tres años funcionando hemos empezado a hacer balance y a ver puntos débiles, errores y limitaciones que al principio no eran patentes. Junto a todo ello hay también potenciales que queremos explorar para superar una cierta sensación de estancamiento que tenemos últimamente. Siendo un proyecto legítima y radicalmente autónomo, la biblioteca social puede y debe evolucionar junto con las circunstancias, y en eso estamos… Seguiremos informando.

Granada, febrero de 2006